domingo, 20 de abril de 2008

Mueranse de amor... si pueden

Estoy loco, más y más loco, me perturba lo hiriente de mi propio cuerpo. Llora, lame tus lágrimas que están reventando contra la pared, espera, date cuenta de que los muros solo atajan dentro de la ciudad, acribilla tu cuerpo sobre la soledad de una pradera. Espérame, tengo la mueca menos indicada, carcome todo lo que soy, gato negro de enero, aun sigo en enero, oscuro en la vertiente del río, denso como la brea, como la desilusión. Alguien acompáñeme hasta el infinito, mi infinito infierno de amor. Al fin cupido yace muerto y desangrado, sus venas explotaron contra los peñascos de lo efímero. Es una cruel despedida de mi mundo y mis secretos no serán los de antes, mis rencores serán crujientes y alcohólicos, mis deseos cobraran venganza sobre la mohosa Lima. Mi furia, mi ira, mi desconsuelo. Cupido sigue tendido en el suelo, en la celda que hoy le construí dentro de su reino para no volver a verlo a los ojos. No tengo espejo para ver mi sudor, mi desenfreno, mi cuerpo con la daga al costado después de suicidarse creyendo así volver al amor en serie, y quebrar mi espalda como un muñeco al que se le da cuerda. Rota la nube, la humedad, el aire, destruyéndose la ciudad, el horizonte marino y el asfalto cobrándose el futuro, se estrella mi cráneo, volteo, te miro, la culpa no existe, yo siempre fui el germen, el virus, una larva asquerosa de la sociedad mas sucia, de la nada absoluta. Planeta soy y mi muerte anda. El sonámbulo disfruta su paréntesis de vida, y cuando sale, sin figura ni sombra, trepa hasta la soledad más alta. Infinitas puñaladas a cupido, el veneno a todas sus flechas, un asesino en el edificio más alto de la guerra. La muerte. Mi amor esta sonando a la hoguera. Arde toda mi alma para perderse en el humo y no interrumpir su ritmo. La damisela, mi damisela es un multicolor ocaso por mi culpa. El guerrero al fin es encarcelado, por haberse matado a si mismo.

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