sábado, 28 de febrero de 2009

Despedida (y a la vez encuentro) con febrero

Necesito el tiempo de recordar
De andar por las calles que casi me vieron renacer,
Tildar de esperanzados los cielos tras la lluvia
Es un aletargo hasta que llegue la luna.
La poesía era solo un canto envolvente
Un tanteo cercano al susurro que se escabullía hacia ti,
La poesía era mi modo de mirarte y aprehenderte
Sin testigos y sin rehenes
Sin abismos, sin fortunas inciertas, sin disfraces.
La poesía no se quedaba de pie,
Ella caminaba tu melodía
Ella era mientras tú eras.
Pero no estaba la poesía y tú en soledad
Estaba también tu caricia y tu cuerpo
Se hallaban en mi cuerpo y mi caricia.
Un tentempié para la tarde, una rebeldía cantante
Un café estrujado al silencio
Que ofrecían, incesantes, las flores, el rocío, la profundidad del día.
Los que transitaban, no nos existían
Los que miraban, tardíos, quedaban tras las enredaderas
Los que hablaban, de incógnitos, se sumergían en los pantanos del ayer
Los que éramos nosotros, nos rehusábamos a ser parte,
Y volvíamos, a cada encuentro, por todos los recuentos,
Volvíamos al cuento, que tenía, una pagina mas
Un cristal ineludible.

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